Desde que ha pisado Cannes, Harrison Ford no ha dejado de emocionarse. Si el jueves por la noche, en la premiere de la quinta entrega de Indiana Jones, uno de sus grandes personajes, el actor lloraba sobre el escenario del Gran Teatro Lumiére al recoger la Palma de Oro Honorífica, otorgada por sorpresa en el festival.

Feliz por la acogida del filme en el pase oficial anoche en Cannes, donde participa fuera de competición, el actor hizo bromas con sus compañeros de reparto, los que han revivido al personaje en Indiana Jones y el dial del destino, y los que fueron recibidos por aplausos, aunque nada como el recibimiento de Ford. «Fue indescriptible».
A sus 80 años y con una carrera llena de éxitos, no tiene ningún problema con su edad y contestó divertido cuando le preguntaron por qué este es el mejor momento para abandonar a Indy. «¿No es evidente?», respondía señalándose a sí mismo entre las risas de los periodistas que no dejaron ni un sitio libre en la sala de ruedas de prensa.
Y tras asegurar que puede montar a caballo -«si me dejan», apostilló- y que lo hizo para la película, agregó al ser calificado de ‘sexy’ por una periodista: «Tengo mucha suerte de tener este cuerpo, gracias por haberse dado cuenta».
Han pasado 41 años desde ese 1981 en el que se estrenó En busca del arca perdida, la presentación en sociedad del personaje y el inicio de una saga salida de la imaginación de George Lucas, que cambió el cine de aventuras para siempre. Ahora, en la quinta, tenemos el cierre perfecto a las aventuras de este arqueólogo obsesionado con mantener la historia.
Esta nueva entrega de Indiana se desarrolla en 1969, con el arqueólogo a punto de jubilarse de su puesto de profesor, cuando de repente aparece su ahijada Helen Shaw (Sophie Waller-Bridge) y con ella reaparece un personaje del pasado, Jurgen Voller (Mads Mikkelsen), que será, de momento, el cierre a una saga histórica que, dice Harrison Ford, no es nostálgica.
Fuente: SER