Por Alvaro Onieva (Fotogramas)
Con 140 millones de dólares de presupuesto, ‘El planeta del tesoro’ fue, y sigue siendo hoy día, la película de animación 2D más cara de la historia de Disney (sí superarían esa cifra otras cintas de animación 3D), pero su desempeño en taquilla no se correspondió con semejante apuesta. Al contrario, fue un histórico fracaso para la compañía (solo recaudó 109,6 millones) y, además, se suele decir que fue la culpable del abandono de la animación tradicional en favor de las nuevas tecnologías (esto último bastante cuestionable). Ni siquiera contar con dos grandes nombres del estudio la salvó del desastre. Eso sí, veinte años después de su estreno, aunque no pueda considerarse uno de los 24 peliculones que fracasaron en taquilla injustamente, ha conseguido ser reivindicada por algunos fans, bien sea movidos por la nostalgia o destacando algunos de los méritos de su propuesta, que también los tiene.
Rechazada tres veces
Los directores Ron Clements y John Musker habían soñado con llevar esta idea a la pantalla durante años. Se trataba de coger ‘La isla del tesoro’ de Robert Louis Stevenson y llevarla al espacio para darle un aire fresco que atrajese al público, aun contando la misma historia de aventuras. Y aunque ‘El planeta del tesoro’ no llegaría a las salas de cine hasta 2002, ellos presentaron la idea mucho antes, en 1985, junto con la de ‘La Sirenita’. Disney optó por llevar a los espectadores bajo el mar, pero Clements y Musker no desistieron: se llevaron tres noes e hicieron ‘Aladdin’ y ‘Hércules‘ hasta que recibieron al fin el sí.
Fue el propio Roy E. Disney, presidente de The Walt Disney Company, quien les dio el visto bueno, se dice que en parte por darle en las narices a Jeffrey Katzenberg, jefe del estudio del momento y quien había rechazado el proyecto. Pero más allá de esa rivalidad, Roy E. Disney tenía cierta tendencia por la innovación (se empeñó en sacar adelante ‘Fantasía 2000’, otro fracaso de la época aunque aquel costó menos de lo recaudado), especialmente en un momento en el que la etapa del Renacimiento de Disney llegaba a su fin: lo que había funcionado en la era de ‘El Rey León’ y ‘Aladdin’ empezaba a no haberlo y buscaban la forma de que el público no huyese a otros estudios.

Después de ‘Tarzán’, que se considera que cierra aquella edad dorada del estudio, Walt Disney Animation Studios se encontraba en un punto en el que no sabía hacia dónde tirar y probó de todo con irregulares resultados: propuestas digitales como ‘Dinosaurio’, comedias como ‘El emperador y sus locuras’ o aventuras clásicas con un toque de fantasía como la que nos ocupa. También, aquella rara avis de animación tradicional y acuarela cuando todo el mundo tendía hacia el 3D, como fue ‘Lilo & Stitch’. Ninguno de estos intentos dio con la tecla.
Clements y Musker no se rompieron la cabeza con el guion de ‘El planeta del tesoro’. A diferencia de otros clásicos Disney que reinterpretan cuentos clásicos o leyendas hasta hacerlos irreconocibles (por ejemplo, ‘Hércules’ y su reinvención de los mitos griegos), en esta ocasión se mantuvieron bastante fieles a la trama de la novela de Stevenson, siendo el mayor cambio que Jim Hawkins sea un adolescente rebelde abandonado por su padre, en vez de un niño. Pero, en general, mantiene su esencia de historia clásica de aventuras. Quizás demasiado clásica para el momento.
Para entender el contexto en el que sucedió el fracaso de ‘El planeta del tesoro’, hay que recordar que un año antes, en 2001, habían arrasado dos películas de animación 3D con un enfoque bastante desenfadado. Por un lado, ‘Monstruos S.A.’ que seguía la senda de comedias high-concept que había marcado Pixar con sus películas anteriores (y se hacía un hueco entre las 26 películas de Pixar, ordenadas de peor a mejor) y, por otro, ‘Shrek’. Ambos son ejemplos de lo que se consideraba moderno y actual en aquella época frente a las historias de animación clásica que andaban de capa caída. Especialmente ‘Shrek’ había abierto una ventana a un sentido del humor que dominaría la taquilla en esos años y que todos querrían emular.
Para colmo, ‘El planeta del tesoro’ competía en sus semanas de estreno con una rival imposible de batir: ‘Harry Potter y la Cámara de los secretos’, segunda parte de una franquicia que tenía al público infantil y juvenil en el bolsillo.
Su propuesta visual: virtud y error

Disney
Mientras que el guion de ‘El planeta del tesoro’ es bastante predecible y formulaico, uno de los hallazgos más interesantes de la película es su concepto y propuesta estética (y, paradójicamente, también su losa). Los directores no se llevaron ‘La isla del tesoro’ a unas naves espaciales a lo ‘Star Wars’ o ‘Star Trekk’, sino que mantuvieron la estética de las películas de piratas y se llevaron los barcos de vela al espacio exterior, dándole un toque retrofuturista y distópico bastante curioso.
Las morsas galácticas (que protagonizan uno de los planos más bonitos), los alienígenas con indumentaria casi victoriana o los mundos postapocalípticos, así como el protagonista que es una suerte de skater de finales de los noventa sideral, se perciben como un constante diálogo entre tradición e innovación, pasado y futuro, que era justo lo que Disney experimentaba aquí: si en una cinta del momento tenía sentido mezclar animación tradicional y digital, era aquí. Y, ciertamente, es de las que mejor han envejecido en este sentido y donde la unión se siente natural.
Ahora bien, la colección de marrones, grises y ocres que componen la paleta de ‘El planeta del tesoro’, su estilo de dibujo y su diseño de personajes no terminaban de conseguir que destacase como algo único y se perdía entre otros títulos cercanos en el tiempo como ‘Atlantis: El imperio perdido’, de la propia Disney, o aquellos descafeinados contraataques de la competencia como ‘Titan A.E’ (otro fracaso galáctico, este de Fox) o ‘En busca de Camelot’, ‘El rey y yo’ y ‘El gigante de hierro’ (estas de Warner).
En tierra de nadie

Disney
Lo que partía como una concepto arriesgado, quedaba en un desarrollo y resultado conservador. La convencionalidad de la historia de aventuras, que nos lleva de un lado para otro del espacio sin sobresaltos ni sorpresas, unida a un grupo de protagonistas poco carismáticos, sumaban suficientes defectos para que ‘El planeta del tesoro’ se hundiese por sí misma. Con todo, Disney logró por esta cinta una nominación a los Oscar como Mejor película animada (y otro por ‘Lilo & Stitch’ en esa misma edición), aunque no tuvo mucho que hacer ante ‘El viaje de Chihiro’ del estudio Ghibli.
Quizás es injusto cargar a este batacazo de taquilla con la culpa de que Disney dejase atrás la animación de lápiz y papel y se dirigiese hacia destinos incluso más cuestionables (hola, ‘Chicken Little’), puesto que ‘Lilo & Stitch’ funcionó bastante bien y aún así no pudo frenar el momento de cambio. El avance del 3D muy probablemente se habría dado aunque ‘El planeta del tesoro’ hubiese arrasado. Sí habría sido distinto una cosa: habríamos visto la secuela de esta película, que estuvo planificada pero, por razones obvias, acabó en la papelera.