Cuando en una competición oficial cohabitan 32 películas es doblemente complicado que los radares detecten por donde va a ir el palmarés. De cualquier forma, el triunfo como mejor película de este festival de la finlandesa Sisu, de Jalmari Helander, ha pillado al universo Sitges a pie cambiado porque no estaba, a priori, entre la media docena de títulos que sonaban. Y tampoco entre las predilectas del público, que no se volcó en disfrutar de la lucha del protagonista, un super hombre nórdico, contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
En Sisu, Jalmari Helander filma con brio y virtuosismo visual este combate que tiene mucho de paranormal porque este buscador de oro devenido héroe patriótico de una Finlandia invadida es manifiestamente inmortal. Pero que rinde tributo a dos géneros bien definidos como el del spaghetti-western (con visibles guiños a Sergio Leone o Ennio Morricone) y el cine bélico. No es casual que este soldado por libre no diga palabra en todo el metraje, como émulo del Clint Eastwood almeriense. Sisu es cine espectáculo muy solvente, con su desbocada violencia desarrollada con un dominio del tempo inatacable. Pero no está entre lo mejor que aquí competía. Ese mérito lo tenían obras como Les Cinq Diables, Speake No Evil, Nos Cérémonies, Resurrection o La Tour. Pero el jurado- que incluye a la notable escritora de literatura de terror gótico Mariana Enríquez- se las dejó por el camino. Y premió la película de Jalmari Helander un tanto por sorpresa. Y eso pese a que Helander no es ni mucho menor un desconocido por estos lares. Ya en 2010 ganó este festival -entonces de manera cien por cien imprevisible- con Rare Exports. Así que algo hay de deja vu en este reeditado triunfo finlandés. Un triunfo que deriva casi en aplastamiento. Porque además de mejor película, Sisu se lleva el premio al mejor actor, el de fotografía y el de música.
El segundo nivel en el escalafón de este palmarés va para la excelente cinta norteamericana Pearl. Se lleva el premio al mejor director para Ti West y el de mejor actriz para Mia Goth. Y aunque Pearl es otro de los títulos que hubiera merecido el reconocimiento principal, este doble galardón posee una gran coherencia interna. Porque destaca el crecimiento exponencial de Ti West como autor de un cine de terror incubado en la serie Z y ahora ya maduro para obras mayores. Y también el de Mia Goth, que no es solo la protagonista de lo que va a ser una trilogía de horror tejano -estraña en todas ellas- sino que en el caso de Pearl ha colaborado de manera fehaciene en el guion, al incorporar mucho de su cosecha personal a esta sensacional Carrie en Dixieland que es Pearl.
Me parece que el hecho de que la película coreana Project Wolf Hunting se vea reconocida con el Premio del Jurado casa muy bien con los gustos del mismo. De nuevo, en un argumento que tiene tanto en común con la finlandesa Sisu, estamos ante la lucha del hombre contra un ser indestructible, en este caso una invención genética. Esta vez en en un barco que traslada a presidiarios de Filipinas a Corea. El re-mix de cine de thriller acuático y el de monstruos con poderes sobrenaturales lo celebra la industria surcoreana con uno de esos macro botellones de sangre y cuerpos aporreados hasta quedar hechos paté que el público de este festival celebra de modo muy sonoro.
El premio al mejor guion para el francés Quentin Dupieux y las dos películas que presentaba –Fumer fait tousser e Incroyable mais vrai– indica que el arte de contar historias no es precisamente lo que más celebran en una pantalla los miembros del jurado. Y que se apuntan al carro de quienes consideran genial a este cineasta afincado en el absurdo y el sketch estirado.
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